Siempre he sido una persona bastante segura de sí misma en el aspecto creativo. Puedes llamarme soberbio si quieres, no sé. El caso es que de una forma o de otra me forzaba a sentirme seguro de mí mismo y a no tener miedo a mostrar lo que escribía hasta que ya no me salía forzado.
Esto me ha ido muy bien hasta ahora: tenía un blog (ahora cerrado) en el que publicaba relatos y que llegaron a tener bastante repercusión. Tenía feedback, comentarios diciendo que les encantaba lo que hacía y otros que me señalaban errores que me ayudaban a mejorar. ¿Se puede pedir algo más?
Sin embargo, la cosa fue cambiando cuando mis textos empezaron a alargarse y la cantidad de gente interesada en mí (gente a la que le pongo nombres y apellidos, a la que aprecio y valoro aunque en ocasiones no haya visto jamás en persona) empezó a crecer.
Por primera vez en mucho tiempo empecé a sentir el miedo a no gustarle a nadie.
Y el terror de escribir fantasía se apoderó de mí.
EL TERROR DE ESCRIBIR FANTASÍA
MI PRIMERA NOVELA Y EL COMIENZO DEL MIEDO
Hace ya más de un año empecé una novela. Una novela más de las cientos de miles que había empezado. Empecé a lo loco, a lo brújula, como había empezado tantas otras.
¿Mi intención? Terminarla, claro, como todas las demás.
Pero esta vez mi interés no desapareció después de 15.000 palabras. De repente me vi envuelto en un caos de documentos y páginas manuscritas con ideas, enlaces de la historia, un cronograma de acontecimientos, esquemas de personajes... ¡Hasta había apuntado sus fechas de nacimiento que no salían en la novela!
Todo me daba vueltas en la cabeza una y otra vez. Estaba alucinando porque era como si yo no hubiese planeado todo aquello, sino que solo me disponía a contar algo que ya había ocurrido. Los personajes me hablaban y detalles que no había pensado en un principio (o que se me habían pasado por alto si consideramos que yo era un mero espectador de acontecimientos) empezaron a revelarse y a encajar con todo lo que ya tenía escrito con una naturalidad apabullante.
¿Qué hice entonces? Borrar todo rastro de la novela de internet. Sí, había publicado el principio en el blog (ese que te digo que cerré) y quería actualizar cada poco para que la gente pudiera leerlo. Pero, con todo ese berenjenal de historia... ¿cómo iba a dejar que lo leyeran así?
Lo borré porque no quería que vieran los fallos, los errores, las erratas que metía al escribir nervioso. No podía dejar que una historia así fuese percibida tan mal y tan desastrosamente contada por la gente que me leía.
Y entonces, con todo planeado y medio escrita, la abandoné por miedo.
La primera novela que consigue apasionarme de esta forma me causó un terror tan increíble que no me veía capaz de escribirla. Sentía que tenía que revisar continuamente los primeros capítulos para mejorarlos y eso me hacía que no avanzara con la trama.
Al final la terminé. Con peleas internas conmigo mismo para no volver a repasar todo lo escrito. Hice un trato con mi editor interno: "déjame terminar de escribirla y después podrás corregir tanto como quieras".
Y sin embargo a esa novela aún le queda mucho tiempo por delante para ver la luz...
NANOWRIMO Y LA ANGUSTIA AL ACABAR
Me apunté al NaNoWriMo el año pasado porque quería un verdadero reto de escritura y porque me venía bien para coger el hábito diario. Planeé una historia, escaleta completa, personajes...
Bueno, hice un poco de trampa, uno de los personajes se llamaba al inicio Chica porque no sabía cómo llamarla. Un aquelarre entero tenía motes (Medusa era una de ellas, la que ahora es Astrid) porque no había nombre que me convenciera.
Pero tenía que escribir y no quería que algo como los nombres me detuviera. Llegó noviembre y escribí. Con la escaleta al lado, con el editor apagado y en sprints.
¿Había errores? A cascoporro. Pero daba igual, luego vendría la corrección.
El 27 de noviembre había superado las 50.000 palabras del reto, pero el por aquel entonces #ProyectoLilith no había terminado. El primer mierdiborrador estaba terminado a principios de diciembre.
¡Había terminado mi segunda novela! ¿La sensación que me dejó?
Pues alegría, emoción, hiperactividad, ¿no? PUES NO. Me sentí vacío, mirando el cronómetro que me decía que aún me sobraban 7 minutos para terminar el sprint y sin nada que escribir.
Me dio una angustia...
Después del choque inicial y de dejar reposar la historia un par de semanas, me dispuse a corregir. Ahí aún tenía aplomo: estaba seguro de que la historia era buena aunque le hiciese falta pulirla.
Me pegué de chocazos para corregir. Odié a mi yo de noviembre que a veces escribía medio dormido y que cambiaba unas palabras por otras por culpa del sueño. ¿Qué galimatías era ese?
Pero bueno, Lilth fue corregido. Y de repente... un nudo en la garganta. Una bola de seis kilos en la base del estómago.
¿Qué hacía con un borrador terminado?
LOS LECTORES CERO: EL PRIMER TERROR
Empecé a buscar lectores cero para que leyeran la novela. Mi queridísimo Manu la terminó en dos días y me devolvió un documento LLENO de comentarios. Me di toda la prisa del mundo en corregir todos los errores y en reformular las cosas que me había dicho que sonaban raras.
¡¿Cómo le había mandado ese mismo texto al resto de gente?! ¡¿Cómo no me había dado cuenta de todos esos fallos?!
Entré un poco en pánico, pero tenía solución. Le mandé la nueva versión corregida a los betas antes de que empezaran la versión con errores. Y me senté a esperar.
Les avisé mil veces de que #ProyectoLilith no era una novela grandiosa. No iba a cambiarles la vida. Solo una historia de fantasía oscura para pasarlo bien. No muy larga, con mucha acción, muchas brujas, mucha sangre...
Algunas de las personas que me hicieron de lectores cero tenían unas altas expectativas en mí y en la novela y yo solo temía decepcionarlos. No sé cuántas veces le dije a Lulu que era una novela normal, que no esperase ninguna maravilla.
Prefería que tuvieran una mentalidad de "esta novela es meh" antes de leerla y que si realmente les resulataba "meh" no se decepcionaran.
Mis nervios cuando Gabriella Campbell mostró interés en leer y ayudarme a mejorar y cuando Ana González Duque aceptó leerme... No sé cómo clasificar esos nervios.
Y después llegó la espera...
Una terrible y eterna espera.
¡Y por fin comentarios de los betas!
Estaba súper nervioso, ¿y si no les había gustado? ¿Y si consideraban la novela una bazofia? Pero había algo peor aún... ¿y si me decían que les había gustado pero era mentira?
Me temblaban las piernas cada vez que leía una opinión nueva.
Pero no fueron terribles.
De hecho fueron bastante favorables. MUY favorables, mejor de lo que esperaba.
Y los fallos que señalaban eran siempre los mismos, lo tenía fácil para corregir un par de agujeros de trama (que había provocado por pensar que se sobreentendían ciertas cosas que el lector no tiene que saber porque NO HAY NINGUNA PISTA. Ahora ya está corregido).
Corregí la novela, contento de que a la gente le hubiese gustado tanto.
Lulu me dijo que durante toda la novela me iba a dar un 8/10 pero que el final le pareció tan chulo que había subido al 9/10. (¿Quizá con las correcciones haya subido un poco más? "O puede que hayas bajado", es lo que me susurra una voz puñetera desde la parte de atrás de la cabeza... AY).
Le di otros dos repasos completos a la novela, añadiendo dos escenas para solventar ese error/vacío en la trama. Incorporé toooodos los trucos/consejos de estilo que me habían dado Ana y Gabriella. La novela mejoraba por momentos.
También empecé a anunciarla en redes, a hablar con la correctora, la ilustradora y el maquetador. Todo iba rodado o eso parecía. La gente estaba interesada en la novela y yo... Yo me quería morir.
EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR Y EL TERROR DE MOSTRAR LO ESCRITO
Por primera vez empecé a tomar conciencia de lo que estaba pasando a mi alrededor.
El hilo del manspreading (al que no sé si odio y amo por la repercusión que tuvo*) me dio un subidón de followers. Muchos manifestaron interés por mis #CuentosMecánicos. Muchos se quedaron en Twitter conmigo porque les gustaba lo que escribía.
YO. GUSTABA. COMO. ESCRITOR.
¿Entiences el terror? ¿No? Pues espera.
Cuando empecé a soltar info de la novela (el título primero, luego datos de la historia, luego la portada, la sinopsis...) muchísima gente empezó a tener interés. Muchos me decían que la iban a comprar sí o sí porque estaban deseando leerla.
¡Que estaban en hype!
Y yo con mi historia, que no va a transformar la vida de nadie, solo a entretenerles si disfrutan con la fantasía oscura y las brujas mediocres que se ven envueltas en berenjenales de dioses extraterrestres...
¿Cómo no voy a tener miedo? ¿Cómo no voy a estar acojonado a más no poder? Esa gente tiene expectativas puestas en mi novela. ¡Algunos tienen ALTAS expectativas de Hijas de Lilith! ¡De mí!
Solo puedo pensar "voy a decepcionarles". Una y otra y otra vez.
Pero me esfuerzo por pelear con esa voz interior y sigo adelante.
El día que le mandé la versión definitiva a Virginia Buedo, mi preciosa** correctora, temblaba. ¿Y si la decepcionaba? ¿Y si no le gustaba nada la novela?
¿Y si pasaba eso con todos los demás? Pero resulta que le encantó y decidió leerla antes de corregirla porque decía que no podía corregir con el interés que tenía en la historia.
Después me obligué a mandar el prólogo porque si yo animo a la gente a que el miedo no les paralice, no puedo dejar que me paralice a mí (que no me paralice otra vez como pasó con esa primera novela que sigue a la espera de ver el mundo).
Aún no me puedo creer las respuestas de los suscriptores del blog... ¡que quieren más de la novela! ¡Que el prólogo les encanta!
Y yo siento una ambivalencia de emociones: estoy feliz y pletórico por la acogida... y después muerto de miedo por el hecho de que el prólogo sea lo único que les guste.
Pero me da igual. Yo voy a seguir adelante.
No sé, Lidia no se deja amedrentar en la novela, yo insto a que la gente no se deje llevar por el miedo. Que peleen.
Y eso estoy haciendo yo. Pelear. Intentar callar el miedo de ser un fracaso, el miedo de estar fingiendo que soy bueno en algo cuando soy un mierdas. El miedo a ser un impostor.
Así que en breves mandaré la novela al maquetador (ay, Óscar, espero que te guste porque estoy aterrado también por tu opinión) y después... Bueno, después Las Hijas de Lilith verán el mundo por primera vez.
Un nacimiento lleno de sangre y terror. Terror el mío, digo.
¿Por qué te cuento todo esto? Porque aunque parezca seguro de mí mismo en redes, en realidad estoy acojonado el 90% del tiempo. Y sigo tirando aunque me cueste.
Mucha gente me dice que "ojalá ellos pudieran o no escribieran tan mal como para ser capaces de enseñar algo". Pues no. ¡Nada de miedo! Enseña lo que tengas, aunque sea una bazofia.
Supera el miedo.
Y como con la escritura, con todo. No podemos dejar que el miedo a fracasar nos pare porque si no... bueno, si no, no haríamos nada básicamente.
Así que a luchar. A pelear. A perder el miedo (o a no perderlo y solamente dejarlo callado en una esquina de tu mente).
Hoy es el día en que plantamos cara.
Yo estoy preparado para liberar al aquelarre.
Si tú también tienes miedo a escribir, busca refugio. Tenemos La Maldición del Escritor el marcha, con un grupo de Facebook en el que nos damos apoyo mutuo y en el que, la verdad, me siento súper cómodo.
Y bueno, si quieres leer el prólogo (y decirme que es una mierda o que te gusta o lo que quieras) puedes suscribirte al blog aquí:
*He tenido que denunciar incluso amenazas de muerte por decir que los hombres con pene podemos cerrar las piernas en el transporte público sin morirnos. MANDA COJONES (nunca mejor dicho).
** preciosa en todos los sentidos. Preciosa en el sentido de que tiene un precio muy alto como persona y como amiga.