Todos deseamos en algún momento que la magia exista. Buscamos, con inocencia, ese punto en el que realidad y fantasía se fusionan para dotar a nuestro mundo de la magia que ansiamos.
¿Quién no habría querido estudiar en Hogwarts? Por ejemplo.
Pues bien, ¿y si te digo que la magia existe? Que realidad y fantasía son una misma cosa y que llevamos viviendo engañados desde hace años. Te voy a contar la historia de cómo dos niñas descubrieron la magia y cómo la sociedad las acalló para siempre.
LAS HADAS DE COTTINGLEY
(Realidad y Fantasía IV)
Así comenzó la fantasía...
En el año 1917, la Gran Guerra está cerca de tocas a su fin. Pero nada de eso parece perturbar la vida normal de dos niñas de la pequeña localidad de Cottingley, cerca de Bradford (Inglaterra).
Las jóvenes Elsie Wright (de 16 años) y su prima Frances Griffiths (de 9) disfrutan jugando en el riachuelo y el bosquecillo que hay cerca de la casa de los Wright. Suelen ir allí cuando están juntas y pasan las tardes en la naturaleza, ajenas a las preocupaciones del mundo ante la guerra que ha sacudido al mundo entero.
A las madres de Elsie y Frances no les hace ni la menor gracia que vayan a jugar a esa zona: siempre vuelven manchadas de barro y además, pueden resbalar en el arroyo y hacerse daño. Pero las niñas se defienden: van allí a jugar con las hadas.
Como nadie las cree, Elsie decide coger la cámara de fotos de su padre, Arthur, un importante ingeniero electrónico. Le saca una foto a su prima Frances en la parte trasera de la casa y vuelven a casa.
Pero nadie presta atención a la fotografía, así que un par de meses más tarde vuelven a coger la cámara y Fraces fotografía a Elsie en el bosquecillo del jardín trasero.
Cuando Arthur Wright decide revelar las fotografías y ver que no son normales, prohíbe a su hija volver a jugar con la cámara. Sabe que Elsie tiene algunas nociones de fotografía (el propio Arthur Wright tiene un estudio fotográfico en casa), así que desecha las fotografías.
Tres años más tarde, esas fotografías llegarían a mano del mismísimo Arthur Conan Doyle y removerían la sociedad inglesa y todo lo que conocemos del mundo hasta los cimientos.
Frances Griffiths y las hadas de Cottingley
¿Qué fue lo que vio Arthur Wright? En la fotografía, su sobrina Frances miraba a cámara mientras un grupo de seres diminutos y alados bailaban a su alrededor. "Hadas, ¡qué tontería!", pensó Arthur y desechó las fotografías dándolas por falsas.
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Primera fotografía. En ella, Frances descansa en el suelo junto con un grupo de hadas que bailan y juegan. |
Pero no fue lo que pensó su mujer. Polly Wright guarda las fotografías y los negativos, confiando en que son auténticos por mucho que marido lo negase.
Resulta que a Polly le gusta el ocultismo (una friki como tú o como yo pero en los años 20 ingleses, vaya) y acude de vez en cuando a las reuniones de la Sociedad de Teosofía de Bradford.
Es en una reunión donde Polly vuelve a recuperar las fotografías. Es mediados de 1919, la Gran Guerra ha acabado, y en la reunión de la Sociedad Teosófica de Bradford tienen un tema que llama la atención de Polly: "La vida de las hadas".
Los hombres y mujeres de la sociedad detienen su discusión sobre la existencia o no de estos seres cuando Polly se levanta e informa de que su hija y su sobrina las han fotografiado.
¿Es eso posible? La información corrió como la pólvora y llegó hasta los oídos de uno de los teosofistas más importantes: Edward L. Gardner. Edward manda los platillos (negativos) y las fotografías a su amigo Harold Snelling, un experto en fotografía que lo tiene claro: no hay retoque fotográfico alguno. Tanto la imagen de Frances con un grupo de hadas, como la de Elsie con un duendecillo carecen de ningún tipo de manipulación.
Las imágenes son reales.
La aparición de Sir Arthur Conan Doyle
La sociedad ocultista de Inglaterra se hizo eco de los descubrimientos de Gardner. ¡Hadas reales en las islas británicas! No era de extrañar que la noticia llegase a los oídos de uno de las principales figuras del ocultismo inglés, el mismísimo autor de Sherlock Holmes: Sir Arthur Conan Doyle.
En ese momento, Doyle colaboraba en la revista The Strand Magazine y estaba preparando un artículo sobre hadas para el especial de Navidad. Si ya era un interesado en las artes ocultas y espiritistas, así como en lo paranormal que rodea a este tipo de seres, el estar trabajando concretamente en hadas cuando escuchó la noticia debió hacerle saltar de la silla.
Su interés fue inmediato. Se puso en contacto con Gardner para poder estudiar las fotografías el mismo y para ver los negativos. Esos platillos de cristal que Arthur Wright había relegado a un cajón comenzaban a atraer la atención de toda Inglaterra.
En ese momento, Doyle colaboraba en la revista The Strand Magazine y estaba preparando un artículo sobre hadas para el especial de Navidad. Si ya era un interesado en las artes ocultas y espiritistas, así como en lo paranormal que rodea a este tipo de seres, el estar trabajando concretamente en hadas cuando escuchó la noticia debió hacerle saltar de la silla.
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Aquí Sir Arthur Conan Doyle. He de reconocer que no soy fan de Sherlock Holmes (prefiero a Poirot si tengo que elegir), pero este hombre me impone bastante. |
Su interés fue inmediato. Se puso en contacto con Gardner para poder estudiar las fotografías el mismo y para ver los negativos. Esos platillos de cristal que Arthur Wright había relegado a un cajón comenzaban a atraer la atención de toda Inglaterra.
Doyle necesitaba hacer un estudio exhaustivo de las fotografías, quería asegurarse de su autenticidad todo lo que pudiese, así que él y Gardner mandaron las famosas fotografías de las hadas de Cottingley a analizar a los estudios fotográficos Kodak.
La respuesta de los estudios fue clara: las imágenes no mostraban evidencias de ser falsas, aunque eso no implicaba que fuesen verdaderas. "Puesto que las hadas no existen, las imágenes deben haber sido falseadas de alguna forma", dijeron.
(Que, por cierto, que error más grande es pensar que algo es imposible porque nos han enseñado que es imposible incluso cuando todas las pruebas apuntan a que es verdad. Así tuvo los problemas que tuvo el pobre Galileo al querer demostrar que la Tierra no era plana).
La respuesta de Kodak no convenció a Doyle, que quería ver un poco más allá de lo que siempre le han enseñado, así que contactó con un físico amigo suyo para que analizase las fotografías. La opinión del físico Oliver Lodge fue clara: "las fotografías son falsas: las hadas llevan peinados a la moda parisina"*.
Las fotografías de las hadas de Cottingley de 1920
Desesperados por intentar esclarecer la si eran hadas reales o no, Doyle y Gardner deciden buscar en la fuente de las imágenes. Ambos se desplazan hacia el pequeño pueblo de Cottingley en busca de las niñas que fotografiaron a las hadas: Elsie Wright y Frances Griffith.
Arthur Conan Doyle y Edward L. Gardner se vieron al fin cara a cara con las niñas que habían tomado las fotografías de las hadas (no me quiero ni imaginar lo intimidadísimas que estarían). El padre de Elsie dijo que, como estaba seguro de que las imágenes eran falsas, rebuscó en las habitaciones de las niñas por si encontraba algún tipo de maqueta, muñeco o dibujo que hubiesen utilizado, pero que nunca encontró nada.
Como Doyle y Gardner confiaron en la buena fe de la familia Griffith, decidieron dar a las niñas dos cámaras Kodak y unos platillos fotográficos para que realizaran nuevas fotografías. Si obtenían más fotos de hadas reales, no habría lugar a duda de su existencia, pensaban.
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Tercera fotografía. En ella, Frances observa a un hada que vuela junto a ella. |
Utilizando las cámaras, Elsie y France realizan la tercera, cuarta y quinta fotografía. En la tercera y en la cuarta, se puede ver a France y a Elsie, respectivamente, con un hada frente a ellas. La quinta fotografía es la única en la que no sale ninguna de las niñas (atento a este detalle).
El artículo de Arthur Conan Doyle y la fama mundial
En diciembre de 1920, Doyle publica el artículo contando la historia de cómo Elsie y France conocen a las hadas y las fotografías. Para mantener en el anonimato a las niñas, cambia sus nombres por Alice e Iris.
Esperaba que, una vez confirmada la existencia de hadas, se favoreciese en la población la aceptación de otros fenómenos paranormales.
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Cuarta fotografía. En ella, Elsie aparece junto a un hada que le ofrece algo de comer. |
La prensa mostraba opiniones contradictorias: había quien apoyaba la idea de que las imágenes y las hadas eran reales; había quien, por contra, trataba a Doyle como un iluso engañado por unas niñas.
En 1945, Edward Gardner publica su libro Hadas, una historia de hadas reales que reavivó temporalmente el asunto, pero, al final, terminó perdiendo fuerza.
Cuando se destapa la mentira
El tema quedó en reposo hasta varios años después. Elsie y France crecieron, se casaron, tuvieron una familia... No sería hasta 1966, cuando un periodista del Daily Express contactó con Elsie Wright, que el interés en las hadas de Cottingley se reavivó.
En la entrevista, Elsie dejaba caer que era posible que las hadas fueran "invenciones de su imaginación" que había conseguido fotografiar de alguna forma. La BBC hizo un programa especial en el que Elsie volvió a reiterarse: habían fotografiado sus pensamientos.
En 1978 aparece en el panorama el Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal (ahora conocido como Comité para la Investigación Escéptica) y realiza con una serie de estudios con los más avanzados ordenadores (todo lo avanzados que podían ser en el 78). Los estudios revelaron que las imágenes eran falsas sin lugar a dudas.
Las niñas habían mentido.
¿Cómo falsificaron las fotografías?
Viéndose descubiertas y presionadas por la prensa y la sociedad, Elsie Wright y Frances Girffith, ya como mujeres adultas, conceden una entrevista en la revista The Unexplained y admiten que las fotografías eran falsas.
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Elsie Wright revela que todo era una mentira |
Habían mentido, sí, pero Frances afirma haber visto hadas de verdad. Solo que no se dejaban fotografiar y querían que sus madres las dejasen jugar con ellas. Después, repitieron el engaño para no decepcionar a Gardner y a Doyle.
Una vez confirmada la falsedad de las imágenes fue fácil descubrir el secreto. Elsie era una increíble artista y dibujaba con maestría. No le había costado ningún trabajo copiar las ilustraciones de un libro.
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Comparación entre las hadas que aparecían en las fotografías y las imágenes del libro ilustrado Princess Mary's Gift Book. |
Exacto, solo le había tenido que añadir alas de mariposa et voilá: sus hadas estaban listas.
Pero hubo un punto de conflicto, la única fotografía en la que no salía ni Frances ni Elsie: la fotografía número cinco.
La polémica foto número cinco
Elsie aseguraba haberla realizado ella y decía que era falsa. France decía que la había hecho ella y que en la foto aparecían hadas reales.
La imagen era extraña, las dos figuras que salen son casi translúcidas, no con la nitidez de las demás hadas falsas.
Y ya no hablamos del testimonio de unas niñas, sino de unas mujeres al borde de la muerte. Elsie moriría en 1988, Frances unos años antes, en 1986.
En cuanto a los análisis, la quinta fotografía de las hadas de Cottingley era la única que realmente causaba una controversia. No parecía tener ningún tipo de retoque fotográfico, pero la razón les decía a los expertos que aquello debía ser tan falso como el resto de imágenes. La única solución que obtuvieron fue pensar que había una doble exposición: se había mezclado la imagen de una fotografía con otra y de ahí el aspecto traslúcido de las hadas (aunque no había ninguna otra imagen que se pareciera a ella).
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La polémica quinta fotografía. En ella, las hadas de Cottingley aparecen solas, sin ninguna de las niñas, en lo que ellas llamaron "un baño de sol". |
¿Lo más curioso? Que Frances aseguró hasta el último día de su vida que las hadas existían y que ella había tomado esa fotografía un sábado al atardecer.
En cualquier caso, la fantasía había acabado y la realidad se había quedado carente de magia, como siempre...
...
¡Pues no! Yo vengo aquí a reivindicar el papel de la magia en nuestro mundo. Ya has leído la historia, ahora te voy a contar la verdad.
La conspiración de las hadas de Cottingley
Imagínate por un segundo en la sociedad inglesa, deseosa de cosas paranormales. ¿Qué pasaría si se confirmasen cientos de hechos paranormales como bien quería conseguir Arthur Conan Doyle?
Llegaría el caos, eso es lo que pasaría.
No hubo ningún problema durante unos años, cuando el tema de las hadas y las niñas que las habían fotografiado pareció dormir para siempre en un cajón... Pero, de repente, en 1966 surge de nuevo.
Las hadas vuelven a cobrar importancia y, lo que había sido tomado por falso por los escépticos vuelve a tener gente a favor.
Hasta que el Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal entra en juego. A partir de ahí, Elsie se reitera una y otra vez, diciendo que las fotografías son falsas, que todo era mentira, que nada existió.
Concede varias entrevistas, siempre ella, para decir que todo es mentira. Se atribuye la quinta fotografía y asegura que también es falsa. Se esfuerza en recordar que todo lo que rodea las imágenes eran juegos de niñas, demasiado asustadas por una situación que las sobrepasaba.
¿Y si no fuese así? ¿Y si lo que intentaba era protegerse de algo?
Mi teoría es que el Comité en realidad las extorsionó para que dijeran que las fotografías eran falsas, que no querían que se demostrase la existencia de hadas.
Pero, pese a ello, Frances siguió diciendo la verdad: las hadas son reales, aunque no se dejaban fotografiar. Solo conseguiría una foto real en una tarde de sábado: la fotografía número cinco, esa que Elsie se afanaba por demostrar que había hecho ella y que era falsa.
Tengo también que añadir que un amigo de Gardner y de Doyle, Geoffrey Hodson, acompañó a las niñas cuando les dieron las Kodak (un hombre adulto que quería comprobar la veracidad del hecho, tenlo en mente). Aseguró que no consiguió fotografiar ninguna pero que había muchas hadas que se acercaban a las niñas con confianza.
Basado en esta idea escribí el relato que quedó finalista en el concurso de Isla Tintero (puedes leerlo aquí).
Porque prefiero pensar que en este mundo hay más cosas que lo que ya conocemos. Porque mi cuerpo entero y mi mente se rebelan a la posibilidad de que la magia no exista.
¡Claro que existe! Hay magia en la posibilidad de que tú y yo nos estemos comunicando ahora mismo, separados por cientos de kilómetros (si no miles). Incluso separados en el tiempo.
Por supuesto que existe la magia. Me niego a aceptar un mundo sin ella. Realidad y Fantasía pueden llegar a ser lo mismo.
Las hadas existen y los fantasmas y lo que queráis. Si no en nuestro universo, existirán en otro.
Y si ese universo no existe, ya me encargo yo de crearlo con tinta y papel 😉
¿Tú crees en la magia?
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*¿Para eso hacía falta ser físico?