Esta va a ser una entrada ligeramente especial. Imitando un poco a Miguel Ángel Alonso Pulido y sus balances mensuales, me gustaría hablar de cómo ha ido mi mes de noviembre. Y es que resulta que en octubre decidí que participaría en el famoso NaNoWriMo.
Para los que no lo conozcan, el NaNoWriMo es un reto de escritura que consiste en escribir el primer borrador de una novela en un mes. Una novela corta, porque son 50.000 palabras, lo que supone un mínimo de 1.666 al día.
Cuando me apunté escribía casi todos los días (alguno me saltaba, no voy a mentir) y por lo general no alcanzaba las 1000 diarias, sino que rozaba las 500 (como mucho), así que pensé que no iba a conseguirlo ni de coña. Pero este noviembre era mi última oportunidad de hacer algo así de loco. En diciembre empiezo a trabajar y realizar una tesis doctoral ocupa bastante tiempo (que sí, que es un tema que me encanta, pero sé que es duro y que en algún momento querré tirarme por la ventana).
Por eso me dije: o ahora o nunca. Planeé una novela que más o menos podía ocupar unas 50-60 mil palabras y esperé al día 1 de noviembre para empezar a escribirla. La novela a fecha de hoy (30 de noviembre) aún no está terminada, pero:
¡Sí! Conseguí superar el reto de 50.000 palabras el día 26 de noviembre. Y es que apuntarme a un reto como este me ha traído muchas ventajas:
1) Optimizar el proceso de escritura
Antes escribía y no prestaba atención al número de palabras por hora, al tiempo que dedicaba ni a la hora del día en que lo hacía. Con el NaNoWriMo mi intención era establecer una rutina que me funcionase y lo he conseguido con creces.
Escribo unas 1800 palabras/hora, pero en tiempos de 25 minutos. Eso es, 25 minutos de desconexión absoluta (gracias a la aplicación Forest que encima me permitía contar el tiempo) en los que me centro en escribir y lo hago bastante rápido. A veces (en escenas que me motivan especialmente) llego a las 2000 palabras/hora.
Además he descubierto que los sitios abarrotados de gente (cafeterías) me vienen genial para concentrarme. El ruido crea una barrera entre el mundo y yo, y me sumerjo a escribir por completo (el no pedir la contraseña del wi-fi del establecimiento ayuda).
2) Crear una rutina
Termino de cenar, friego, me lavo los dientes, pongo Forest y escribo. Es automático. No tengo ni que pensarlo. Si no escribo en esas 2-3 horas después de cenar me siento muy raro.
Por supuesto, he escrito en otras horas y tal, pero sabiendo que voy a tener que trabajar desde tan temprano he preferido crearme esa rutina por la noche, que además ya tengo todo lo demás hecho.
3) ¡Orden!
Voy a reconoceros una cosa, Raquel de Isla Tintero ha tenido mucho que ver en que yo sea más ordenado (bueno, ella y mi novio que es ultra ordenado y lleva seis años ayudándome a organizar el desastre que soy).
Hay dos entradas en concreto que aquí mi querida Raquel me enseñó y que me han ayudado a ser más ordenado: en la que nos habla del Bullet Journal y en la que comenta el cuantificador de palabras de Miguel Ángel Alonso Pulido.
Aquí tenéis dos páginas de ejemplo: las notas y objetivos de noviembre y la primera página del mes. También apunto frases chulas, como esa de mi amiga Clara la Berenjena. Y en tareas apunto incluso que tengo que comprar pilas en el Ikea, sep. |
El bullet me permite saber perfectamente todo lo que tengo que hacer cada día (y no ver tachada una actividad me pone muy nervioso). A eso le sumamos que no puedo dejar un día a 0 en el cuantificador, por lo que me obligo a escribir.
Todo ordenadito, bien anotado, en su sitio. Nada de minutos muertos pensando "¿qué tengo que hacer ahora?". Lo cual me recuerda que...
4) La planificación de la novela es primordial
Planifiqué la novela a fondo en octubre. Para planificar suelo escribir a mano, una especie de monólogo interior en el que discuto conmigo mismo y todo.
Después de la pelea entre el dragón, el mecánico y yo (pista: somos los tres el mismo), las ideas quedan claras y me pongo a hacer la escaleta, escena por escena.
Cuando conseguí realizar la escaleta al completo y planifiqué las 4 líneas argumentales (una principal y tres secundarias) que iban a componer la novela me vi en varios aprietos. Porque necesitaba justificar cosas.
Cuando conseguí realizar la escaleta al completo y planifiqué las 4 líneas argumentales (una principal y tres secundarias) que iban a componer la novela me vi en varios aprietos. Porque necesitaba justificar cosas.
Peleé con la trama para que todo quedase bien ajustado, atado y bien atado. Así que cuando llegó el 1 de noviembre solo tenía que escribir. Nada de preguntarme (otra vez) "¿qué tengo que hacer ahora?", sino que iba a la escaleta et voilá.
Sí es cierto que algunos personajes me han dado un par de sorpresas (cuando te cuentan cosas que ni tú sabes de la trama y que encajan perfectamente es como "WHAT?!", pero mola). Aun así no perdí apenas tiempo pensando en qué era lo que tenía que suceder o en si era mejor saltar a otra línea argumental para hacerla avanzar. NOPE. Todo estaba ya pensado.
Por tema de longitud he tenido que ajustar el número de capítulos, pero las escenas estaban ya ahí.
5) ¡Tengo casi terminada la novela!
Esta es mi segunda novela. La llamo, de momento, Proyecto Lilith y le queda muy muy poco para verse terminada. Después vendrá la corrección, que va a ser tediosa (igual que con mi otra novela, de la que os hablé que quería terminar en verano y que sigue peleándose conmigo), pero la historia me gusta, los personajes me gustan.
Y hay sangre, mucha sangre 😈
Así que como balance de noviembre, me llevo todo lo de arriba, 56.341 palabras escritas de una nueva novela y 10.864 palabras de temas de no-ficción (blog, vaya) sin contar este artículo.
A mí me encantó verme ayudado y arropado por el biofilm de escritores, por gente tan maravillosa como Rocío Vega, Dalila, Esther, Lulu von Flama, Elena (de Esquinas Dobladas), Diana P. Morales, Izaskun (de Mis filias y fobias) y mil más que me dejo en el tintero. Algunos estaban haciendo su propio reto y espero que les haya ido bien.
Si participaste en el #NaNoWriMo me gustaría que me dejaras tu experiencia por ahí abajo. Da igual que no hayas conseguido el objetivo, si has escrito 100 palabras son 100 palabras que antes no tenías.
Y voy a ir dejándolo, que mañana empiezo a trabajar y estoy nervioso perdido de las ganas ^^